Mirar más allá de lo evidente
Borderline, El margen de lo real, Contrapunto, Desgarros, Invisibilidades, Miradas y Medidas, son algunos de los nombres que adquieren las series trabajadas por la artista visual Analia Hahn. Con un poco de suspicacia y afilando la lectura, no es difícil identificar el rol protagónico que ocupa la mirada dentro de su obra, en combinación con la materia prima aportada, básicamente, por el arte textil. Todas las series parecieran remitir a ese universo donde el material busca ser testigo evidente, presencial, de una búsqueda incansable por dar con una obra que cuestione los límites de la propia materialidad de los hilos, las telas y las agujas, buscando para ellos una resignificacion obligada al someterlos a exposiciones impensadas. Y es allí donde ese soporte material cobra entidad como obra para Analia, en ese preciso momento en el que muta el significado, se multiplica y sale del espectro de su control, allí empieza la aventura.
La obra de Analia Hahn transita el enorme abismo impuesto entre lo que los materiales -algunos industriales combinados con la sutileza y delicadeza de los textiles- proponen estéticamente y la incertidumbre del desafío que se le presenta cuando busca hacer sobre ellos una lectura disruptiva donde la trama del textil sea el punto de partida de una suerte de proceso dialéctico donde el resultado, la síntesis, sea superadora de las partes constitutivas. Borderline es un buen ejemplo donde la pregunta por las fronteras entre la realidad y la apariencia, se disuelven. Decenas de individuales se replican en los espejos que los soportan, camuflan así su presencia, simulan otras tantas, dejan ver al tiempo que se oculta lo singular en la multitud. En Contrapunto, chocan las líneas rectas y las curvas, lo blando del textil y la rigidez del metal se funden en una nueva trama donde la impenetrable solidez del hierro pareciera ser atravesada delicadamente por la caricia de la tela. Una unidad conformada por dos materialidades que se mantienen estoicas sostenido su principio de individuación en medio de ese encuentro amoroso tan intenso como circunstancial y , una vez más, "aparentemente" incompatible. Es esa fuerza del yin y del yan lo que justifica la existencia del otro.
Podría seguir trabajando el concepto presente en cada una de las series de Analia pero todas concentran un rasgo de familia que las recorta; casi cualquier calificativo que aplique a una de ellas, hace eco en el resto. Hay coherencia en su trabajo, hay una directriz que emerge desde las primeras Siluetas intervenidas donde los cuerpos sin rostros se manifiestan solamente a través de su presencia física. Y con el tiempo esos cuerpos se transforman en figuras veladas, irreconocibles, a veces fotos, otras simplemente estilizaciones de esos cuerpos que siguen siendo "pero se convirtieron en otra cosa". También el Libro de artista, como objeto de arte per se, permite repensar el rol del libro como soporte de contenidos que superan ampliamente el terreno de las letras, las palabras y las historias relatadas. El libro de artista, al trabajar cuasi exclusivamente en el plano de las imágenes invita a reconocer en su formato único la estética característica del artista que lo hizo; una pieza solitaria que condensa una forma de ver el mundo.
Con el énfasis puesto en temas tan trascendentales y vigentes como la soledad y la ausencia de comunicación, Analia plantea ese contraste sometiendo a los materiales a usos impensados que ponen en crisis su propia integridad. En su investigación por reconocer límites y derribarlos, la artista visualiza una meta, una barrera por sortear y así lo manifiesta: “La incomunicación dentro de la comunicación, a pesar de tanto estímulo, contrariamente, en lugar de unir, aísla”. Y si ese intento pareciera utópico por momentos en el seno de la sociedad mundial actual, en el campo de la imaginación, la creatividad y las ideas, todo es posible. El arte le brinda refugio a las mentes que buscan mirar más allá de lo evidente, las protegen, las incentivan, las potencian. Será tarea del artista entonces dejarse abrazar por esa impunidad circunstancial y establecer conexiones "inapropiadas". Y el espectador se verá una vez más movilizado, teniendo que adaptar su ojo avizor, para asimilar la experiencia.
Borderline, The margin of the real, Counterpoint, Tears, Invisibilities, Looks and Measures, are some of the names acquired by the series produced by the visual artist Analia Hahn. With a little suspicion and sharpening the interpretation, it is not difficult to identify the leading role occupied by the gaze within her work, in combination with the raw material, basically provided by textile art. All series seem to refer to that universe where the material seeks to be an obvious witness, face-to-face, of a tireless search to find a work that questions the limits of the materiality of the threads, fabrics and needles, seeking for them a mandatory re-signification by forcing them to unthinkable exposures. And there is where this material used as support becomes an artwork itself for Analia, at that precise moment in which the meaning mutates, multiplies and leaves the spectrum of her control; the adventure begins there.
Analia Hahn´s work transits the enormous abyss imposed between what the materials – some of them industrial combined with the subtlety and delicacy of textiles - aesthetically propose and the uncertainty of the challenge presented when she wants to make a disruptive reading about them where the textile of the weft becomes the starting point of a kind of dialectical process where the result, the synthesis, is superior to the constituent parts. Borderline is a good example where the question about the boundaries between reality and appearance dissolve. Dozens of individuals are replicated in the mirrors supporting them, camouflaging their presence, simulating many others, they allow us see while the singular hides in the crowd. In Counterpoint, straight lines and curves collide the softness of the textile and the stiffness of the metal merge into a new weft where the impenetrable solidity of iron seems to be delicately traversed by the caress of the fabric. A unit made up of two materials which remain stoic, sustaining their principle of individuation in the center of that loving encounter as intense as circumstantial and, once again, "seemingly" incompatible. It is that force of the yin and yan that justifies the existence of the other.
I could continue arguing on the concept present in each of the Analia´s series but they all concentrate a familiar resemblance which shapes them; almost any qualification that applies to one of them echoes on the rest. There is coherence in her work; there is a guideline that emerges from the first intervened Silhouettes where bodies without faces manifest themselves only through their physical presence. And over time those bodies become veiled, unrecognizable figures, sometimes photos, other simply stylizations of those bodies which remain "but became something else." Also, the Artist's Book, as an object-artwork per se, allows us to rethink the role of the book as a support of contents which exceed for far the terrain of the letters, words and told stories. The artist's book, which approaches almost exclusively to the field of the images, invites to recognize in its unique format the characteristic aesthetics of the artist who made it; a solitary piece that condenses a way of seeing the world.
With the emphasis placed on such transcendental and current issues as loneliness and lack of communication, Analia raises that contrast by subjecting materials to unthinkable uses that put their own integrity in crisis. In her research to recognize limits and tear them down, the artist visualizes a goal, a barrier to overcome and thus states: "The lack of communication within communication, despite such encouragement, on the contrary, instead of connecting, isolates." And if that attempt seems sometimes a utopia in the world´s society these days, in the field of imagination, creativity and ideas, everything is possible. Art provides refuge to the minds that seek to look beyond the obvious, protect them, encourage them, and empower them. It will be the artist's task then to let herself be embraced by that circumstantial impunity and establish "inappropriate" connections. And the spectator will be once again mobilized, having to adapt his watchful eye, to assimilate the experience.
Lic. María Carolina Baulo
Agosto 2018